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Imagen 1. Una joven bióloga comparte conocimientos con una niña durante la visita a una UMA para conocer a los monos araña. Crédito propio.
El año 2025 representa el décimo aniversario de la instauración del Día Internacional de la Niña y la Mujer en la Ciencia. En voz del Secretario General de la ONU, António Guterres, el mundo las necesita y la sociedad tiene la tarea fundamental de proveer el camino para que ellas lleguen no solo a la ciencia sino también a la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (áreas STEM).
Queremos destacar el esfuerzo y la entrega de las mujeres científicas de México desde la realidad. Sobre la mesa se han puesto las acciones que se requieren para lograr la igualdad de género en las áreas STEM pero también es importante reconocer qué sucede tras la bambalina de las mujeres que están en la escena científica.
A través de las historias de Vania, Alin, Esteph y Ana nos gustaría invitar a la reflexión de un tema que nos muestra que dignificar el trabajo científico es una tarea que se torna compleja cuando se divide en un género con posibilidades (hombres) y un género con todos los desafíos por delante (mujeres).
Las estadísticas de la UNESCO indican que en el mundo existe aproximadamente una mujer por cada tres hombres en la ciencia. Esto representa un porcentaje que no es fijo y que cambia en las diferentes regiones del planeta donde son raros los países que superan la cifra del 50%, al menos hasta el año 2021.
Hablar de los datos estadísticos es fundamental para saber cómo es el panorama y con ello plantear soluciones a nivel internacional. Esto debería dar como resultado un ambiente equitativo e igualitario donde las mujeres desde niñas deseen dedicarse a la ciencia o alguna disciplina STEM pero que también permanezcan en ello. Sin embargo, en la actualidad, esta perspectiva abre una conversación dentro del contexto de la permanencia, ¿qué significa ser científica?, ¿qué se está dispuesta a hacer para poder realizar lo que se denominan sueños o metas? y ¿qué hace falta para desarrollarse en igualdad de condiciones respecto a la contraparte masculina?
Son preguntas complejas, cuyas respuestas varían dependiendo del sector que quiera dialogar sobre ello. En México se reconoce, a través de diferentes testimonios, la situación desde la perspectiva laboral y las oportunidades para vincularse a las áreas STEM. En nuestro país sí hay científicas en el plano educativo o el de la investigación, sí hay posibilidades de acercarse a la ciencia pero permanecer en el área y vivir de ello, todavía resulta un desafío que debe ser puesto con urgencia como un tema de conversación.
Se reconoce que la realidad de las científicas mexicanas, una vez que están dentro del porcentaje estimado para México es la de talachear para que su trabajo y su existencia sean reconocidos. Es innegable que las mujeres científicas en nuestro país tienen que combatir con sueldos bajos o diferentes en la misma categoría que los hombres. A esto se suman otras situaciones derivadas de la violencia de género que tornan algo que debería ser la realización de un sueño cumplido, en un tira y afloja para salir a flote en un oleaje de acoso sexual, riesgo de desempleo o de la crianza al elegir la maternidad.
Imagen 2. Biól. Vania Macías Zermeño. Crédito: V.M.Z.
Es interesante notar que el tema está dentro de la conversación de los cuatro testimonios que recogimos para esta fecha. Uno de estos testimonios resulta esencial porque parte desde la realidad.
Vania, una bióloga de 48 años, es madre de dos, Yolio de casi 18 y Naia de 8. La bióloga nos platicaba que fue un reto maravilloso pero un reto al final, decidir por la maternidad.
En su opinión, se torna difícil ser científica y mamá al mismo tiempo porque la segunda tarea requiere de una dedicación de tiempo completo. Optar por los cuidados de la familia con o sin la pareja conlleva diferentes vicisitudes donde es el tiempo el que no perdona. Vania nos menciona que tiene el deseo de realizar una maestría ahora que existen las posibilidades pero que se encuentra con una realidad donde los requerimientos han avanzado, planteando nuevas habilidades y conocimientos que desfasaron aquellos con los que contó antes de maternar.
Vania tiene esperanza porque eso es algo que podemos esperar de las científicas en un contexto parecido, por eso se puso manos a la obra. Al tener un especial cariño por la biología vegetal y la herbolaria, se abrió un camino interesante emprendiendo como la Brujita Verde desde Coatepec, Veracruz. Un día resultó que los productos herbolarios que preparaba para ella y su familia estuvieron en el foco de atención de otras personas que comenzaron a pedirle algunos de sus remedios. Para Vania esto fue como una luz que mostraba que había potencial dentro de los conocimientos que adquirió durante la carrera científica y con ello, iluminar el camino y seguir de una forma u otra relacionada con la ciencia.
Al camino de la maternidad, que en sí es un desafío sin importar el contexto, se suman otras perspectivas que suponen más experiencias que se deberían tomar en cuenta para plantear estrategias con miras hacia la equidad y la igualdad de género. Posibilidades que tomen en cuenta la capacidad de tomar acción para visibilizar situaciones que en suma son barreras para el libre desarrollo de la mujer en la ciencia.
Alin, una bióloga egresada de la UNAM, nos platicaba que fue un tanto complicado realizarse como científica, ya que la situación económica también fue un factor que jugaba en contra cuando estudiaba el nivel licenciatura. En esta etapa, muchas familias sostienen a quienes estudian en las universidades hasta que sus miembros egresan. Si se pueden permitir un posgrado con beca CONAHCyT es posible que la perspectiva cambie, como nos cuenta Alin, porque la beca mensual puede ser un apoyo para los gastos cotidianos de manutención.
Imagen 3. Dra. Alin Ruiz. Crédito: A.R.
Por otro lado, Alin también pone sobre la mesa las cuestiones que no deberían tener cabida en el ámbito académico, aquellas relacionadas con la identidad religiosa. Durante su etapa como posgraduante, Alin quien es experta en líquenes, tuvo que luchar contra un sistema discriminatorio que aún juzga por las apariencias, llevándole a hacer visibles las situaciones de injusticia dentro de la academia científica, específicamente en la Universidad Veracruzana. Esta fue una etapa desagradable que tuvo un efecto en su desarrollo como científica pero que también le ayudó a ser partícipe de las experiencias de otras mujeres, que al igual que ella se habían enfrentado a situaciones de discriminación o alguna forma de violencia.
En efecto, la violencia es una lacra que pulula por cualquier lugar. En el ámbito científico se cuentan innumerables situaciones relacionadas con este hecho, las cuales dificultan, entorpecen y truncan el digno desarrollo de las mujeres científicas. No debería hacer falta mencionar que las capacidades, las habilidades y conocimientos no están ligados al hecho de ser hombres o mujeres. Sin embargo, mientras se trabaja en la erradicación de cualquier tipo de violencia, esta sucede y confronta las metas de las mujeres científicas con un ambiente inadecuado y hostil para su desarrollo profesional.
Imagen 4. Mtra. Estephanie Villalva. Crédito: E.V.
Estephanie es una bióloga egresada de la Universidad Veracruzana que vive en la región de Los Tuxtlas en el estado de Veracruz. Ella refiere respecto al párrafo anterior que entre las situaciones que ha reconocido junto con sus colegas es la invalidación de sus conocimientos y aptitudes por ser mujeres. Aunado a esto, la forma de vestir o de ser parecen condicionar cómo se les toma en cuenta en las actividades que lleva a cabo y que sirven como un vínculo entre la sociedad y la naturaleza.
Esteph es fundadora de “La Ruta Salvaje”, una iniciativa para el reconocimiento de las áreas naturales de la región de “Los Tuxtlas”. Este lugar, como otros en el país, aún no sucumbe al cambio de perspectivas respecto a los roles de hombres y mujeres, donde no se está exenta de la violencia ejercida por pares y por otras personas. Sin embargo, a través de su profesión sí que ha encontrado las posibilidades de hacer comunidad con mucha gente, específicamente con mujeres. Con ello ha buscado potenciar el conocimiento y la importancia de los últimos remanentes norteños de selva tropical lluviosa, así como promover espacios seguros para compartir la admiración de la herencia cultural, histórica y natural de Catemaco y sus alrededores.
A estas alturas del texto, se destaca cómo la vinculación entre mujeres científicas adultas con otras personas adultas teje hilos de comunidad y redes de resistencia. Sumado a esto, existe también la perspectiva de abonar a este tipo de activismo, moviendo conciencias desde las infancias.
En el caso de Ana, climatóloga potosina, lo anterior ha sido un aliciente para llevar a cabo diferentes actividades de divulgación y apropiación de la ciencia. Ella es la popular activista “Bruja del Clima” en redes sociales como Tik Tok e Instagram. Estas plataformas le han servido como puentes entre la ciencia y la sociedad para hablar sobre nuestra relación con el clima y tomar conciencia de ello.
Imagen 5. Dra. Ana García. Crédito: A.G.
Es precisamente a través de estas redes que Ana ha hecho partícipe a su audiencia de sus proyectos. Los mismos que le han llevado a interactuar directamente con infancias y adolescencias, así como a viajar por Colombia y Chile, teniendo la oportunidad de visitar la Antártica para realizar investigaciones. Ana, de carácter inquieto, actualmente trabaja en el proyecto de la Red Nacional de Jardínes Etnobiológicos en Ciudad Victoria como difusora y divulgadora para la conservación biocultural de saberes en la parte etnobotánica. También está trabajando la postulación de un proyecto, a través del IPICyT, sobre los Derechos de la Salud Sexual y Reproductiva desde la Gestión del Cambio Climático con un enfoque en la adaptación, mitigación y política pública.
Ana nos cuenta varias de sus pasiones relacionadas con la vida cotidiana. Ama a sus dos gatos y a sus dieciocho plantas. También le encanta el chocolate pero algo que definitivamente le enciende la llama de la cual deriva todo el fuego de sus actividades, es el trabajo con las personas más jóvenes. Ana al ser maestra de secundaria con el tiempo que le queda después de dedicarse a lo demás, reconoce el potencial que existe en la motivación de las infancias y las adolescencias. Es así que ha generado una perspectiva poderosa que le ha llevado a afirmar que la ciencia salvará a las niñas y las niñas salvarán al planeta.
A través de estos testimonios, nuestra intención es generar conversaciones, reflexiones y espacios para seguir trabajando en las metas que permitan la vinculación de niñas y mujeres en la ciencia. Más allá de reconocer el gusto y el amor por la profesión científica, es necesario generar una conciencia seria para que las oportunidades profesionales se reflejen en un desarrollo digno e igualitario. Ya no debería significar un sacrificio maternar o hacer comunidad a la par de la ciencia. Ya no debería ser normal pasar por ningún tipo de violencia en el ámbito estudiantil o profesional, dragando las posibilidades de avanzar en este campo junto con nuestras colegas. El momento de buscar la igualdad, la equidad de género y el reconocimiento del rol esencial de las colegas científicas no puede seguir esperando.
11 de febrero, Día Internacional de la Mujer en la Niña y la Ciencia.