Imagen 1. Las poblaciones de fauna feral siguen en aumento. Crédito: railsnroots. Disponible en: https://search.creativecommons.org/photos/6184ee63-7432-48c8-be93-5d8fc79eccaf

¿Alguna vez te habías preguntado cuál es el efecto de la fauna feral sobre la fauna nativa que es parte de los ecosistemas de los cuales dependemos? Entonces, estás en el lugar correcto.

Primero lo primero, ¿a qué hace referencia el término fauna feral? La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) la define como el establecimiento de poblaciones de especies exóticas que fueron introducidas (perros, gatos, cabras, cerdos, burros, etc.) y que se han establecido en el medio silvestre, pero que forzosamente derivaron de una condición doméstica (1).

Ahora tal vez te estés preguntando ¿qué daño podrían traer “algunos” perros y gatos en situación de calle? Pues bien, una vez introducidos en los ecosistemas estos compiten contra la fauna nativa del lugar, siendo capaces de desplazarla e incluso conducirla a extinciones locales, pero ¿cómo sucede esto? Una de las principales amenazas, es la depredación.

Actualmente el gato doméstico está catalogado como el depredador exótico más peligroso para la fauna nativa (seguido del perro). Déjame darte algunos ejemplos. En México, el gato ha sido la principal causa de reducción y extinción de especies de aves que habitan islas (algunas especies son de hábitos reproductivos en donde el nido permanece a nivel de suelo, quedando expuestas las crías y los huevos), como la pardela mexicana (Puffinus opisthomelas) o el mérgulo de Xantus (Synthliboramphus hypoleucus). Se le atribuye la extinción del Petrel de Guadalupe (Oceanodroma macrodactyla), la paloma de Socorro (Zenaida graysoni) y un gorrión endémico de Isla Todos Santos (Aimophila ruficeps sanctorum) (2, 3).

La fauna feral representa un problema para los demás vertebrados; los anfibios y reptiles se convierten en sus presas e incluso los mamíferos como: conejos, liebres, zorra gris, cacomixtles, zorrillos, mapaches, coatíes, tlacuaches, etc. Además, es posible que los gatos los desplacen, compitiendo por recursos (alimento, agua o refugio). En consecuencia, las poblaciones de especies nativas se ven reducidas; o como ya sabes, pueden pasar a ser parte de su dieta.

También son portadores de enfermedades como la rabia, sarna, parvovirus y moquillo, por lo que pueden llegar a transmitirla a la fauna nativa. Un ejemplo de ello es la transmisión del parvovirus felino que en la actualidad afecta a la población de puma de Florida (Puma concolor couguar), una subespecie en peligro de extinción (3, 4, 5).

Por otra parte, la supervivencia de estas poblaciones ferales incrementa con la facilidad para obtener su alimento, pues son depredadores muy hábiles y considerados como oportunistas, ya que pueden encontrar su alimento en la basura o cazando. Además, el propio ser humano fomenta que se sigan estableciendo al proporcionarles comida y agua (6).

Imagen 2. Los gatos son una de las principales amenazas para la fauna silvestre. Crédito: feral rogue. Disponible en: https://search.creativecommons.org/photos/e8ca3355-e16a-44ac-94aa-67776644f3f6