Imagen 1. Un cono construido en la arena. Jardín Botánico Helia Bravo Hollis, Zapotitlán Salinas, Puebla, Mx. Crédito propio.

En el mundo existen miles de especies de insectos (1). Muchas de esas especies son reconocidas por sus formas, colores y hábitos. Su importancia no está en duda, ya que hemos estudiado su rol ecológico como polinizadores, plagas de plantas, reintegradores de materia orgánica o incluso como alimento para los seres humanos. Parecería que existe todo un extenso compendio de lo que son los insectos y lo que significa su existencia para la humanidad. Aunque esa visión es correcta, hay muchas cosas que podrían sorprendernos de los insectos (2).

Hace algunos años el sensei y yo encontramos unos conos en la arena. Ante la curiosidad por tales figuras geométricas nos quedamos contemplando durante un rato para ver qué sucedía. Pronto, en uno de esos conos algo se removió y atentos observamos. Una hormiga estaba siendo enterrada por “algo” debajo de ella y por debajo de la arena, claro estaba. Después de unos diez minutos ni rastro de la hormiga, “la arena se la había tragado” (Img. 1).

Cuidadosamente y ayudándome de una cuchara de plástico, rasqué en la arena hasta encontrar a la hormiga. Me detuve al notar que no estaba sola, ya que cuando la puse en la cuchara algo la tenía capturada entre lo que parecían dos mandíbulas. El otro organismo, era casi tan grande como la hormiga pero ninguna medía más de un centímetro de largo. Al momento que moví la cuchara el organismo soltó a la hormiga y desplazándose hacia atrás cayó a la arena y rápidamente se ocultó bajo el sustrato.

Meses después y habiendo investigado lo que me llevó a mi proyecto de tesis, supe que a esos organismos cavadores de conos se les conoce como el león de las hormigas u hormigas león. Sin embargo, esta última forma es una traducción muy literal de ant-lion y no corresponde con lo que estos organismos son: larvas de un grupo de insectos conocidos como mirmeleóntidos quienes a su vez forman parte de un grupo más grande, el de los neurópteros. En México, después de preguntar a varias personas si les reconocían, obtuve como nombres comunes los de tonche o tochito (Img. 2).