Entre árboles hablemos

Los árboles se comunican e interactúan sin decir una sola palabra. A través de una compleja alianza que ocurre oculta, bajo el suelo de los bosques, árboles y hongos tienden un entramado que podrías comparar simplemente con Internet. El resultado de esta alianza se conoce como micorriza (raíz de hongo). Un tipo de relación que técnicamente conocemos como de tipo simbiótica o mutualista.

Vayamos por pasos y por el principio. Un bosque es mucho más de lo que pinta. Si empezamos por los hongos, aquello que comúnmente vemos es una bella ilusión que nos oculta el esplendor real. Las estructuras extravagantes que emergen del suelo no son más que los órganos reproductivos del hongo; ya sabes “la sombrillita”. El verdadero hongo está bajo el suelo y se llama micelio. Es este el que infecta y coloniza a las raíces de árboles de distintas especies formando redes de extensiones kilométricas.

La red de micelio, al igual que el Internet, tiene nodos y enlaces. A los árboles que se encuentran en los nodos más transitados se les llama árboles núcleo o “árboles madre”. Ellos mandan nutrientes como carbono, agua, nitrógeno y fósforo a los árboles más jóvenes. Y por si fuera poco, cuando son los árboles madre quienes están heridos o muriendo, estos mandan mensajes informativos a la siguiente generación de plántulas.

La posibilidad de que árboles adultos compartan información compleja a aquellos más jóvenes, les alertaría de posibles peligros. De este modo, a través de muchas conversaciones entre árboles y hongos cooperadores aumentaría la resistencia de toda la comunidad de un bosque. Por lo que más que un conjunto de árboles, los bosques son sistemas con núcleos, en los que sus redes se conectan y traslapan, abriéndose caminos para su propia adaptación, ¿ahora cómo percibes a los bosques?